Resumen
¡Nunca pensé que mi esposa, normalmente exigente, querría hacerlo tanto…! Maya y yo estamos actualmente intentando concebir un bebé. Pero en algún momento, empezó a parecer más un deber que un placer, creando una brecha en nuestra relación. Fue entonces cuando un compañero de trabajo sugirió que intentáramos el "juego de la confesión". Es donde expresas tus deseos y sentimientos sin reprimirte. Esa noche, decidí intentarlo diciéndole: "¡Te amo!". Para mi sorpresa, ¿se excitó más que nunca? Cuanto más confesaba, más calientes se ponían las cosas: "Yo... te amo, d-dame más". Empezamos a vivir noches que recuerdan a nuestra luna de miel otra vez…